ALCALA-ZAMORA, NICETO
Me acerco a la lucha sin optimismos ilusos, previendo magnas dificultades, esperando amarguras e injusticias, viendo desatinos, mortales y suicidas, por todos lados, por todos casi sin excepción. Me queda la tranquilidad de cumplir con mi deber y de hacer cuanto puedo, que naturalmente no alcanza a curar milagrosamente contra su propia furia epiléptica, a un país enfermo crónico secular y gravísimo, del mal horrendo de la guerra civil, al cual le dieron aquellos insensatos meteoros del fugaz y funesto Partido Radical-Socialista, una Constitución de guerra civil, que dejó pasar Azaña; que la agravó en unión de Prieto con una Ley Electoral favorecedora de esa guerra civil, al limitar las posibilidades de la victoria a dos tendencias extremas, otra vez de guerra civil, obsesionados por la idea del aplastamiento y exterminio de los adversarios, sin pensar, o sin detenerse [a considerar], que ese aniquilamiento puede ser el de la República y el de España, con destinos inseparables».
«Me acerco a la lucha sin optimismos ilusos, previendo magnas dificultades, esperando amarguras e injusticias, viendo desatinos, mortales y suicidas, por todos lados, por todos casi sin excepción. Me queda la tranquilidad de cumplir con mi deber y de hacer cuanto puedo, que naturalmente no alcanza a curar milagrosamente contra su propia furia epiléptica, a un país enfermo crónico secular y gravísimo, del mal horrendo de la guerra civil, al cual le dieron aquellos insensatos meteoros del fugaz y funesto Partido Radical-Socialista, una Constitución de guerra civil, que dejó pasar Azaña; que la agravó en unión de Prieto con una Ley Electoral favorecedora de esa guerra civil, al limitar las posibilidades de la victoria a dos tendencias extremas, otra vez de guerra civil, obsesionados por la idea del aplastamiento y exterminio de los adversarios, sin pensar, o sin detenerse [a considerar], que ese aniquilamiento puede ser el de la República y el de España, con destinos inseparables». 15 de febrero de 1936
Declaraciones tan importantes como ésta se dan cita en una obra fundamental, primer volumen de la trilogía que sacará a la luz pública, por primera vez, los diarios robados de quien fuera el primer presidente de la Segunda República, don Niceto Alcalá-Zamora. Un testimonio de incalculable valor que obligará a replantearse la lectura histórica que hasta la fecha se ha hecho de aquel turbulento periodo.
Con edición de Jorge Fernández-Coppel, prólogo de Juan Pablo Fusi y epílogo de José Alcalá-Zamora, en este libro se incluyen además numerosas cartas inéditas y documentos que ponen en jaque ciertos episodios, como las actas de los votos obtenidos por los distintos grupos en las elecciones a Cortes del 16 de febrero de 1936, que demuestran cómo se tejió lo que podría calificarse de golpe de Estado parlamentario.
«Es éste un texto imprescindible, y en muchos sentidos dramático: son las anotaciones políticas y personales que a diario, entre enero y abril de 1936, fue haciendo el jefe del Estado español, el presidente de la Segunda República, D. Niceto Alcalá-Zamora (1877-1949), al hilo de la gravísima crisis que el país vivía en ese momento -una de las crisis, como es sabido, más graves y trágicas de la historia española-, que conllevó, entre otros episodios, la destitución el 7 de abril de 1936 del propio Alcalá-Zamora de la Presidencia de la República, a su vez uno de los acontecimientos más estupefacientes y controvertidos, y sin duda más negativos, de la historia del régimen republicano».
Juan Pablo Fusi
Prólogo de Juan Pablo Fusi
Epílogo de José Alcalá-Zamora
Edición de Jorge Fernández-Coppel