JUNCOSA BONET, EDUARD
Tras un prolongado y complejo proceso de ocupación y colonización, el señorío de Tarragona se articuló como un singular condominio en el que los dos principales poderes de la Corona de Aragón (los condes-reyes y los arzobispos de la antigua ciudad imperial) ejercieron la jurisdicción de forma conjunta. La inicial relación de cooperación entre monarcas y prelados en la cúspide del señorío pronto dejó paso a las primeras tensiones y confrontaciones, que fueron agravándose o disminuyendo de intensidad según cada coyuntura, en función de los intentos por acabar con la dualidad de poderes y convertir el dominio en patrimonio exclusivo de cada una de las partes en litigio, las cuales van a utilizar los diversos medios a su alcance para lograr tal objetivo. Aun siendo múltiples los inconvenientes que todo ello acarreó a los vecinos, la competencia entre la Corona y la Mitra dotó a la capital sabedora de su glorioso pasado y firme defensora de sus libertades de un enorme grado de autonomía, hasta el punto de que sus ciudadanos se vanagloriaban de ser «los pus liberts ciutadans de tota Cathalunya, per quant són d