CAUCE DE LA DESOLACION

CAUCE DE LA DESOLACION

MIGUEL GALANES

18,00 €
IVA incluido
Editorial:
C & G
Año de edición:
2017
ISBN:
978-84-947041-1-6
Encuadernación:
RUSTICA
18,00 €
IVA incluido
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En esta novela, que bien la podríamos situar en un lugar de nombre reconocido e inolvidable de La Mancha, nos encontramos con un mundo engañosamente sereno, armónico y transparente. El observador omnisciente aprecia un universo con dos caras: la reluciente, dispuesta para ser mirada, la que quiere darse a conocer como si fuera un ejemplo a seguir y la oculta, la que nos pilla a tras mano y necesita de nuestra curiosidad para adentrarnos en sus vericuetos, como esas callejuelas malolientes, opacas y gélidas, donde perdernos con la intención de adivinar su catadura por medio de nuestras sospechas. En este apartado, un tanto oscuro y de cueva, se mueve gran parte de sus personajes con nombres, aunque pudieran no tenerlo. La Naturaleza es el principal protagonista. Mientras unos ganan porque otros pierden, la fuerza de la Naturaleza, por medio del agua, la carencia de esta, la solanera, el polvo, la dureza de la tierra, el dolor y la sangre que corre por sus venas los mantienen a raya. Todos saben que llorar en silencio los consuela, pero nada más. Tienen por costumbre el desdén. Desdén entre los unos y los otros porque al final todos discurren y concurren en el mismo espacio. La ciudad, reverso de la moneda, tiene su importancia. El tiempo se mueve a través de tres generaciones marcadas por la historia de sus acontecimientos para terminar en un resultado común: La desolación, frente a la que se presenta un atisbo de media esperanza recargada de ironía y descreimiento; pero que ante semejantes vicisitudes no hay más remedio que ahuyentarla. Los años de la posguerra, entre los cuarenta y los sesenta, donde el contacto con la tierra les imprime un carácter de identidad moral e ilusión por salir de una deriva y bancarrota. Los años de bonanza, abocados a una falsa sociedad del bienestar, tan transitoria como vana, entre los años mil novecientos setenta y cinco y los noventa. Y, finalmente, los años del engaño y la chanza. Tres momentos en que sus personajes comparten un único espejo, un río donde mirarse para verse y no verse, un río que los arrastra, unas veces con el vértigo del agua y otras con los golpes de las piedras y la ceguera de la turba. Un único estado los identifica y los envuelve desde su varia condición: Creerse y vanagloriarse como unos iluminados en posesión de la razón y en su continua modorra mientras la fuerza de la Naturaleza, a su pesar, sigue campando a sus anchas sin que consigan hacer nada, a no ser manifestar su vergüenza entre tanto absurdo mediante el cual la vida urbana y rural se identifican. Tal vez sea el río el único personaje en esta epopeya. Y así siempre